Hijos de padres separados: sin norte ni brújula

Los hijos de padres separados son niños que suelen tener dos, tres, cuatro y, en ocasiones, hasta seis hogares distintos cuando se implican en su cuidado abuelos separados.

Lógicamente, lo ideal sería que los padres supieran gestionar su ruptura de tal manera que pudieran neutralizar, en lo posible, el efecto negativo de la separación. Pero lo habitual es que ocurra lo contrario y que los hijos acusen las tensiones inherentes a la ruptura, con lo que, al problema de la disgregación, familiar, suele añadirse el de la rivalidad de los padres para ganarse el favor de los hijos.

Por eso, los hijos de padres separados, además de sufrir los efectos de la ruptura de la unidad familiar, suele tener el problema añadido de crecer entre distintos modelos educativos, donde compiten por exigirle poco y obsequiarle con numerosos regalos innecesarios, lo cual repercute en un relajamiento excesivo de las normas educativas.

Sin embargo, tener dos hogares no es incompatible con mantener las normas educativas propias de la edad del niño, ni ha de suponer necesariamente falta de control de los padres sobre el comportamiento de los hijos. Cuando los padres se separan suele ser habitual que los hijos repartan su tiempo entre distintos hogares, pero ello no significa que dejen de recibir los mensajes adecuados para su educación y una suficiente demostración de afecto que evite, por un lado, la sobreprotección, y por otro, el déficit afectivo.

Es evidente que las parejas afectadas por una separación o un divorcio no están en las mejores condiciones para garantizar la estabilidad de sus hijos y, en esos momentos, no saben cómo actuar con ellos.

Incluso en los casos en los que los padres separados intentan gestionar la situación lo mejor que pueden y procuran no culpabilizar el uno al otro del sufrimiento que observan en sus hijos, pero no consiguen controlar que el modelo educativo que hasta entonces les habían transmitido se vaya transformando en uno cada vez más permisivo en una edad en la que los hijos necesitan relacionar los esfuerzos con las recompensas para poder desarrollar una escala de valores adulta.

En ocasiones, la ayuda de una terapia familiar adecuada puede contribuir a que los padres separados entiendan que la mejor forma de querer no es la más permisiva, sino la que facilita una adecuada evolución de los niños hacia la madurez.

Si deseas ponerte en contacto con nuestro Centro de Psicología, en Valencia, puedes hacerlo en horario de 9 a 20 de lunes a viernes a través del teléfono fijo 960 800 108 y las 24 horas del día a través de nuestro formulario de contacto.

Desarrolla Productos Web